Examen
del abdomen
Abdomen
El objetivo principal de este examen es
comprobar que no hay tumor abdominal y que las vísceras no están aumentadas de
volumen o en posición anormal. Lo fundamental para el examen es que el paciente
esté relajado y sin molestias. Cabeza y rodillas deben estar apoyadas en ligera
flexión; las manos deben hallarse a los lados. Para lograr una perfecta
relajación tiene importancia proteger adecuadamente las partes desnudas,
especialmente en la mujer.
Técnica
de exploración
·
Inspección
·
Auscultación
·
Palpación
·
Percusión
Inspección
Se observa el contorno general
del abdomen, la presencia o ausencia de venas distendidas y los movimientos
respiratorios. El ombligo normal está ligeramente retraído e invertido. La
eversión umbilical puede ser signo de distensión o líquido intraabdominal.
Tiene importancia la presencia, el carácter y la posición de cicatrices
abdominales. Las hernias ventrales o la diástasis de los músculos rectos pueden
manifestarse indicando al paciente que levante la cabeza o haga esfuerzo en
forma que aumente la tensión intraabdominal.
Algunas cicatrices quirúrgicas que se pueden encontrar
son las siguientes:
- De McBurney: cuadrante inferior derecho, a unos 3 cm de la espina ilíaca anterosuperior, se usa en apendicectomías.
- De Kocher: es una incisión subcostal derecha, paralela al reborde costal, y que se usa para colecistectomías. Para esta operación también se usa una incisión paramediana derecha supraumbilical.
- Incisión mediana supraumbilical (usada para operaciones del estómago y otras estructuras del hemiabdomen superior).
· De
Pfannenstiel: es una
incisión arqueada por encima de la sínfisis pubiana en el sentido del pliegue
suprapúbico, que se usa para efectuar cesáreas u operaciones ginecológicas como
histerectomías.
Auscultación
Esta debe realizarse antes de la palpación y en esta buscamos los ruidos
peristalticos normales y se debe de realizar la auscultación con una duración
de un minuto en cada parte
ASPECTOS A PRECISAR:
- Identificar ruidos normales y patologicos
- Auscultar en 1 o 2 minutos
·
Ruidos Hidroaereos
5-35/min
Palpación
Es lo fundamental del examen abdominal
corriente. Son esenciales una buena relajación y la cooperación del interesado.
En primer lugar, se percibirá el tono del músculo recto mediante ligera presión
de la mano apoyada de plano contra el abdomen. Luego se procederá a palpar
cuidadosamente los cuatro cuadrantes del abdomen, con la superficie flexora de
la palma y los dedos en contacto con el abdomen, y el antebrazo y la mano
paralelos al mismo. Si los músculos abdominales presentan resistencia y se
sospecha espasmo involuntario, hay que comprimir con cuidado la palma de la
mano contra el músculo recto mientras se indica al paciente que respire
profundamente con la boca abierta. El espasmo y la rigidez voluntarios
desaparecerán durante la espiración.
Valoración de una masa
abdominal
El examinador ha de tener la seguridad de que lo
que parece una masa abdominal no es una estructura normal. En este punto caben
muchos errores. La vejiga distendida, el útero grávido, el borde resistente del
músculo recto del abdomen, el promontorio del sacro y la aorta tortuosa y
dilatada de una hipertenso, todas estas estructuras han sido consideradas
erróneamente como tumores abdominales de etiología diversa. Quizá sea necesario
el sondeo para excluir una vejiga distendida. Hay que pensar en el embarazo
siempre que haya un tumor en la parte media del abdomen femenino, aunque los
síntomas puedan ser extraordinariamente vagos. En pacientes delgados puede
palparse el promontorio del sacro y considerarse erróneamente un tumor de la
línea abdominal media, sobre todo por cuanto es sensible a la palpación. Una
masa de localización imprecisa carece de significado a menos que haya motivos
para sospechar lesión noeplásica de los ganglios aórticos.
La contracción voluntaria del músculo recto,
sobre todo en pacientes obesos, suele producir un tumor epigástrico manifiesto.
Hígado aumentado de volumen
La inspección puede revelar el contorno de un
hígado hipertrofiado que se extiende por abdomen superior derecho y epigastrio.
Un hígado hipertrofiado es fácil de descubrir por palpación cuando el paciente
está bien relajado y no hay distensión abdominal. El dato diagnóstico
característico es el borde netamente palpable. Puede ser romo en caso de
cirrosis, o irregular y nodular si la hipertrofia depende del carcinoma. En
personas delgadas a veces el borde nodular de dureza pétrea de un cáncer
metastático se puede delinear con tanta precisión que no queda duda alguna
acerca del diagnóstico. El aumento de volumen del hígado por debajo del reborde
costal puede confirmarse por percusión y dibujándolo con lápiz dermográfico. Es
costumbre estimar la distancia entre el borde del hígado y el borde costal en
la línea mamaria como índice aproximado del grado de hipertrofia hipática.
Si el hígado
está aumentado de volumen, hay que buscar indicios de ictericia en la
conjuntiva. Se examinará cuidadosamente la piel en busca de excoriaciones
características del rascado por prurito, de ictericia y de angiomas en araña.
Estos angiomas se observan en la pared torácica anterior en forma de finas
estructuras vasculares de color rojo vivo que se ramifican irradiando desde el
punto central. Las manos pueden tener el enrojecimiento característico en las
eminencias tenar e hipotenar, o puede haber venas abdominales dilatadas.
Vesícula biliar aumentada de
volumen
La vesícula biliar aumentada de volumen se palpa
como tumor redondeado liso en el cuadrante superior derecho. Suele hallarse
inmediatamente por fuera del borde externo del músculo recto, pero son muchas
las variaciones al respecto. Puede estar más lejos, en el flanco, o más cerca,
en el epigastrio. Su borde inferior es neto, liso y redondeado; el superior no
puede definirse, ya que se desvanece debajo del borde costal o uniéndose con el
del hígado.
Una vesícula biliar aumentada de volumen y muy
sensible a la palpación es característica de colecistitis aguda.
En presencia de obstrucción por cálculo biliar,
la vesícula suele estar por haber sufrido colecistitis recurrentes, y no se
halla en condiciones de dilatarse. Este dato es muy útil, pero no son raras las
excepciones.
Bazo aumentado de volumen
El único signo neto de bazo ligera o
moderadamente aumentado de volumen puede ser un impulso percibido por las
puntas de los dedos que palpan cuando el paciente inspira. La percusión puede
confirmar la presencia de cierta hipertrofia esplénica. En caso de aumento
considerable de volumen del órgano, se percibe fácilmente extendido a lo largo
del cuadrante superior izquierdo. En el borde puede descubrirse una muesca
neta. Esta denominada "muesca esplénica" es signo diagnóstico
importante, pero en muchos casos imposible de identificar.
Si se sospecha esplenomegalia, hay que buscar
los signos físicos de "hiperesplenismo". Investíguense conjuntivas,
mucosas y piel en busca de palidez, púrpura o ictericia.
Riñón aumentado de volumen
El polo inferior del riñón derecho muchas veces
resulta palpable. El riñón izquierdo, cuando es palpable, está aumentado de
volumen o desplazado hacia bajo. Un riñón aumentado de volumen se identifica
por su posición posterior; la mano que palpa debe llegar a la profundidad del
abdomen antes de percibir su borde redondeado. El órgano desciende bien con la
respiración y luego se desliza entre las manos que palpan cuando el paciente
espira. A veces puede percibirse la forma de habichuela que tiene un riñón
aumentado de volumen. Si la mano situado en el flanco se eleva, el impulso es
transmitido al riñón y puede percibirlo fácilmente la mano abdominal. Este
signo es particularmente útil para distinguir entre un riñón hidronefrótico
aumentado de volumen y sensible, y una vesícula biliar sensible y dilatada.
El aumento de volumen de ambos riñón hará
sospechar enfermedad poliquística congénita. Un aumento renal netamente
anterior suele depender de enfermedad neoplásica. El órgano parece conservar su
situación posterior incluso en caso de gran aumento de volumen por
hidronefrosis. En contraste con una lesión esplénica o hepática, suele haber
timpanismo por encima de la masa renal, gracias a la presencia del colon.
Diferencia entre el bazo y el
riñón izquierdo
Puede haber confusión entre una hipertrofia
intensa del bazo y un riñón netamente aumentado de volumen. En general, el bazo
es órgano anterior, el riñón es posterior. El borde libre del bazo es más agudo
que el del riñón, y siempre se halla en dirección más hacia abajo. Palpando
cuidadosamente el flanco puede percibirse una falta de sustancia entre el borde
posterior del bazo y el grupo de músculos erectores de la columna vertebral;
esto resulta imposible en caso de aumento de volumen del riñón.
Abdomen Agudo
En caso de "abdomen agudo", el
diagnóstico preciso requiere valorar cuidadosamente todas las probabilidades.
Inspección
Observese la posición que adopta el paciente. En
caso de cólicos intensos, no podrá quedarse acostado y tranquilo; sí hay
infección peritoneal estará inmóvil con sus rodillas flexionadas a pesar el
intenso dolor. Obsérvese el expresión de su cara y la frecuencia respiratoria.
Vigilese en particular la separación de los músculos rectos, la ausencia de los
movimientos respiratorios normales y el peristaltismo visible.
Auscultación
El examinador debe conocer bien los sonidos peristálticos normales.
Cuando se sospecha abdomen agudo, el peristaltismo puede estar aumentado,
disminuido o ausente. Se admite que no hay peristaltismo cuando no pueden
percibirse ruidos peritoneales auscultando durante varios minutos. La ausencia
de peristaltismo significa que hay íleo paralítico por irritación peritoneal
difusa. El
peristaltismo aumentado suele manifestarse en tres formas:
- El Borborigmo intenso y casi constante que varía de intensidad para sin caracteres definidos se observa en la gastroenteritis aguda o en los trastornos digestivos por transgresiones dietéticas. Este tipo de peristaltismo no tiene ritmo definido y presenta variaciones sin relación alguna con las molestias intestinales del paciente.
- Menos comunes, pero mucho más importantes, son los ruidos producidos por las contracciones rítmicas de los intestinos en la obstrucción mecánica aguda. En este el vientre está silencioso entre los períodos de cólico, cuando se perciben borborigmos de intensidad creciente; llegan hasta un máximo para disminuir luego gradualmente hasta que sólo perciben unos pocos retintines ligeros. El paciente percibe los espasmos dolorosos que aumentan y cesen con la actividad peristáltica. Una vez oído, el crescendo peristáltico rítmico de la obstrucción mecánica aguda no puede confundirse.
- En la obstrucción parcial crónica del intestino delgado bajo y en las fases de recuperación de una inflamación peritoneal difusa se perciben gorgoteos sonoros y ruidos de retintin cuando pasa asas dilatadas y llenas de líquido sufren contracciones periódicas. Este tipo de peristaltismo no tiene carácter rítmico; a veces se acompaña de contracciones abdominales.
Palpación
Se comienza por indicar al paciente que tosa. En
caso de inflamación peritoneal aguda esto suele despertar un brusco dolor
abdominal agudo localizado en la zona afectada. Es extraordinariamente
importante investigar este "dolor por la tos" y hacer que el paciente
indique con un dedo el punto exacto donde le duele. Esto localiza la zona de
inflamación antes que el examinador llegue a tocar el abdomen. Por lo tanto,
podrá dejar la palpación de esta zona para cuando esté completado el examen del
resto del abdomen.
Descubrimiento de un espasmo y distinción entre
espasmo voluntario e involuntario. Es esencial no causar molestia al paciente.
Las manos del examinador han de estar calientes.
La rigidez total de ambos
rectos indica irritación peritoneal difusa. El espasmo segmentario de un recto
se encuentra al comienzo de la peritonitis. Sin embargo, como no hay
compartimientos que limiten el desplazamiento del líquido peritoneal hacia un
lado del abdomen, la rigidez amplia que afecta a un músculo recto en toda su
longitud, con flaccidez completa del otro, no puede depender de peritonitis o
irritación peritoneal. La rigidez unilateral amplia es de origen reflejo y se
observa acompañado al dolor renal agudo.
La palpación simultánea d
ambos músculos rectos tiene valor para determinar el grado y carácter del
espasmo abdominal.
Limitación de la zona de
hipersensibilidad. La hipersensibilidad causada por trastornos como la
apendicitis aguda o la colecistitis aguda se halla localizada estrictamente a
la zona inmediata al órgano interesado, a menos que haya peritonitis que se
esté extendiendo. Esta observación sólo puede lograrse efectuando palpación
cuidadosa y delicada con un solo dedo. La palpación con toda la mano puede dar
una falsa impresión de zona de hipersensibilidad, ya que no permite la
localización precisa. Para localizar la hipersensibilidad también puede
utilizarse la percusión ligera del abdomen.
Descubrimiento de una
masa. Una vez el examinador ha localizado exactamente la topografía de la zona
dolorosa sin causar dolor. Ha determinado, asimismo, de presencia e intensidad
del espasmo muscular. Después intenta palpar el abdomen más profundamente; la
rigidez verdadera de la musculatura lo hará imposible. Puede ser
extraordinariamente difícil identificar órganos o masas, incluso en ausencia de
rigidez, si hay hipersensibilidad exquisita. Sin embargo, por palpación muy
delicada sin causar tanto dolor que produzca espasmo voluntario, el clínico
experimentado puede delinear perfectamente los bordes de masas dolorosas, como
una vesícula biliar a tensión o un absceso apendicular.
Siempre será bueno palpar
el vientre agudo por segunda vez después que el paciente ha recibido morfina, y
de nuevo en la mesa de operaciones después de la inducción anestética.
Observando esta regla muchas veces se descubrirán masas que habían pasado inadvertidas.
También permite valorar de manera más precisa la índole de las masas ya
descubiertas.
Percusión del abdomen
La percusión delicada es
útil para localizar una zona de hipersensibilidad. A veces también revela una
zona inesperada de macicez coincidiendo con hipersensibilidad; esto hará
sospechar una masa hasta entonces inadvertida que desplaza los intestinos. Los
signos de desplazamiento de la macicez dentro del abdomen pueden establecer el
diagnóstico de hemorragia intraabdominal y otros.
Pruebas Especiales
Existen cierto número de pruebas especiales que
en casos determinados pueden ser muy útiles para aclarar el diagnostico.
Dolor de Rebote. Este signo
se descubre ejerciendo presión intensa sobre el vientre en un lado lejos de la
zona donde se sospecha un proceso inflamatorio agudo, y luego suprimiendo
bruscamente tal presión. Cuando la pared abdominal regresa rápidamente a su
posición normal, el paciente percibe un dolor agudo en la zona donde se ejerció
la presión o bien a nivel del proceso inflamatorio. El dolor de rebote referido
al lado opuesto, que es el de la lesión, constituye un dato confirmatorio de
irritación peritoneal aguda localizada a la zona dolorosa. Tiene igual
significado que el dolor al toser y merece mayor confianza, ya que se observa
en oasos en que la tos no provoca molestias.
El dolor de rebote referido al punto donde se
ejerció la presión en una zona cualquiera del abdomen indica irritación
peritoneal difusa. En caso de peritonitis difusa no procede utilizar esta
maniobra, que resulta muy dolorosa para el paciente. En caso dudosos, sobre
todo en pacientes obesos fuertemente musculados y que tienen epiplón grueso,
este signo tiene gran valor para determinar la extensión de un proceso
inflamatorio.
Prueba del psoas iliaco. El
paciente intenta flexionar Su muslo contra una ligera presión ejercida por la
mano del examinador. Se produce dolor sí hay un proceso inflamatorio en
contacto con el músculo psoas. Pueden descubrirse grados ligeros de irritación
haciendo que el paciente descanse sobre el lado opuesto y extiende por completo
el muslo del lado afectado.
Prueba del Obturador. Se
flexiona el muslo en ángulo recto y luego se gira hacia afuera y adentro. Puede
despertarse dolor hipogástrico sí hay una masa inflamatoria en contacto con el
músculo obturador interno. El signo puede ser positivo en caso de apendicitis
pelviana o de acumulación de líquido o sangre en la pelvis.
Percusión de la pared torácica anterior baja con
el puño. Puede obtenerse resultado positivo en diversos procesos, incluyendo la
hepatitis aguda. El signo es positivo en presencia de colecistitis aguda. Es
dato accesorio útil; sí es negativo, el examinador deberá tener cautela antes
de establecer el diagnóstico de inflamación abdominal aguda alta.
Signo del dolor contralateral. A veces
puede ser difícil distinguir entre un proceso torácico que causa dolor y
rigidez abdominales y un proceso inflamatorio en un cuadrante alto del abdomen.
La presión en un cuadrante alto del abdomen ejercida profundamente y en dirección
al lado afectado muchas veces produce dolor si la enfermedad es intraabdominal;
no lo causa si el proceso se halla por encima del diafragma.
Paro inspiratorio (Murphy). Es signo
excelente de colecistitis aguda. Se dice al paciente que
inspire profundamente y al mismo tiempo se ejerce presión intensa contra la
pared abdominal en la región de la vesícula biliar. Como el hígado desciende,
la vesícula es llevada en contacto de los dedos del examinador. El paciente
experimenta un dolor agudo y la inspiración se interrumpe bruscamente.
Color azulado del ombligo
(Cullen). Puede observarse tinte azulado de la piel del ombligo en caso de
hemoperitoneo extenso. El fenómeno fue descrito originalmente como signo de
embarazo ectópico roto. Puede observarse en cualquier proceso que cause salida
de un volumen considerable de sangre a la cavidad abdominal. Su ausencia no
excluye la hemorragia intraperitoneal.
Apendicitis Agudo
Inflamación
aguda del apéndice cecal, que produce abdomen agudo en la fosa iliaca derecha.
Las manifestaciones de
esta enfermedad son innumerables. Puede simular casi todos los demás procesos
abdominales agudos. Las diferencias de localización del apéndice, y de
extensión e intensidad del progreso del proceso inflamatorio, explican la gran
variedad de síndrome clínicos.
Inspección
En las primeras fases el
paciente quizá no parezca muy enfermo. Se queja de dolor persistente, que suele
aumentar con el movimiento. Prefiere estar acostado y quieto. Al levantarse o
andar quizá se sostenga el lado derecho. Por inspección del abdomen no se
descubrirá anomalía alguna.
Auscultación
El peristaltismo puede
estar disminuido, pero suele ser normal.
Palpación
El dolor producido por la
tos se referirá al cuadrante inferior derecho. Palpando el abdomen con un dedo
se comprobará dolor bien localizado en el cuadrante inferior derecho en la zona
del punto de McBurney. Generalmente corresponde al punto donde el paciente
percibe el "dolor por la tos". Puede haber espasmo voluntario del
músculo recto derecho, pero no espasmo verdadero. La rigidez indica inflamación
peritoneal y no es signo de apendicitis que comienza.
Los exámenes rectal y
pelviano en las primeras etapas serán negativos. El único dato físico neto en
la apendicitis que comienza es el dolor localizado. Este dato es tan seguro que
el.dolor generalizado o difuso puede considerarse signo seguro en contra del
diagnóstico de apendicitis no complicada.
Colecistitis Aguda
Inflamación
de la vesícula biliar.
Inspección
La frecuencia
respiratoria suele estar aumentada, a veces tanto que puede sospecharse
neumonía. Esta taquipnea puede atribuirse en parte a que la vesícula aumentada
de volumen y con inflamación aguda al respirar entra en contacto con la pared
anterior y aumenta el dolor. La respiración superficial y rápida Lo evita y
brinda al paciente alivio considerable.
La ligera distensión del
abdomen alto suele ser signo precoz y no depende de peritonitis. Esta
distención es atribuible al aire que ha deglutido el paciente considerando
erróneamente que tiene "gas en su estómago". Esta reacción es muy
común en caso de colecistitis aguda.
Auscultación
Prácticamente siempre hay
peristaltismo; puede ser muy activo. El abdomen silencioso suele ser signo
tardío e indica perforación de la vesícula. Si se observa en etapa precoz, hay
que sospechar úlcera duodenal perforada más que colecistitis aguda.
Los signos de percusión
con el puño y de paro inspiratorio suelen ser positivos. Ambos pueden ser
positivos en presencia de hígado doloroso por insuficiencia cardíaca o
hepatitis aguda. Indican que hay un proceso inflamatorio agudo en el abdomen
agudo; debe ponerse en duda el diagnóstico de colecistitis aguda si son
negativos.
Palpación
En las primeras etapas de
la enfermedad, la palpación con un dedo localizará el dolor a nivel de la
vesícula biliar. No hay rigidez, pero en muchos casos el espasmo voluntario es
tan intenso que hay que tener cuidado para excluir el espasmo muscular
verdadero. Una palpación cuidadosa, con precaución, generalmente permite descubrir
la masa muy dolorosa, tensa, piriforme, formada por la vesícula aumentada de
volumen. La identificación de la vesícula dolorosa por palpación constituye el
dato diagnóstico más seguro de colecistitis aguda.
Úlcera gástrica o
duodenal perforada
Los signos físicos varían
según la etapa de la enfermedad. El colapso puede dominar el cuadro si el
paciente se examina poco después de iniciado el proceso. El paciente tiene
color ceniza, sufre mareo, transpira y se queja de dolor epigástrico o
retrosternal intenso. Es común la hipotensión, pero la frecuencia del pulso
generalmente no es mayor de 100. Por examen físico los datos más manifiestos
son la retracción del epigastrio, la rigidez de manera de la musculatura
abdominal, el dolor generalizado, el dolor por tacto rectal y la ausencia de
peristaltismo.
El estado del paciente
parece haber mejorado si se observa algo más tarde o si el dolor se alivió con
medicación. Se recupera el color, para estado sincopal y la presión sanguínea
se normaliza. La frecuencia del pulso puede no estar muy aumentada, pero
generalmente el pulso rebota, es lleno y más rápido que al comienzo del proceso
cuando el paciente parecía hallarse en colapso. Un pulso filiforme y muy rápido
no es característico de peritonitis que comienza; es signo tardío de la misma.
Hay que insistir en
cierto puntos como signos de perforación anterior libre de una úlcera gástrica
o duodenal. La rigidez es de madera. La retracción del epigastrio por
contracción de los rectos abdominales y del diafragma suele observarse en
personas delgadas. El abdomen parece tener una faja que lo comprime. Puede
estar disminuida o haber desaparecido la macicez hepática. El timpanismo por
delante del hígado tiene poco valor, ya que muchas veces depende de gas que
existe en asas de intestino delgado.
Pancreatitis Aguda
Inflamación aguda del
páncreas. En las enfermedades pancreáticas los datos abdominales pueden ser
mínimos o incluso nulos, dada la posición protegida del páncreas detrás del
estómago, colon y epiplón gastrocólico. En la pancreatitis aguda ligera el
paciente tiene aspecto muy enfermo, pero el examen de abdomen a veces sólo
demuestra tensión dolorosa vagamente localizada en el epigastrio. En la
pancreatitis necrosante aguda el paciente puede estar en colapso con irregularidades
cardiacas que hagan sospechar oclusión coronaria. Al principio los signos de
peritonitis pueden faltar; cuando existen, indican que la enfermedad está muy
avanzada. El daño físico más fiel es el dolor profundo a nivel del páncreas y
cuadrante superior izquierdo. Es frecuente el edema de los flancos en los casos
más avanzados. Suele haber distensión abdominal y peristaltismo disminuido o
ausente. Por lo regular, la rigidez abdominal no es signo precoz.
Diverticulitis Aguda
Divertículo: es una
dilatación sacular de algún tramo del tubo digestivo. La diverticulitis es una
inflamación de estos.
La diverticulitis causa
dolor difuso y suele haber signos de peritonitis local, incluso en las primeras
etapas de la enfermedad. Es frecuente descubrir una masa palpable en el
cuadrante inferior izquierdo o en la pelvis. Más raramente produce obstrucción
aguda del color, y estos signos y síntomas pueden o distinguirse de los que se
observan en caso de carcinoma cólico. Una masa inflamatoria en el flanco o en
la ingle puede ser producida por la perforación de un divertículo. Este puede
abrirse directamente en la vejiga urinaria.
Oclusión Vascular
Mesentérica
La oclusión de los vasos
mesentéricos, venosos o arteriales, se caracteriza por contraste notable entre
la gravedad de los síntomas y lo mínimo de los signos abdominales. El síndrome
suele consistir en dolor abdominal persistente e intenso acompañado de signos
variables de trastorno gastrointestinal, como vómitos, diarrea o alteraciones
de la función intestinal. Sin embargo, los signos físicos en el abdomen se
arecen bastante a los de la pancreatitis aguda, con la cual suele confundirse
la oclusión de los vasos mesentéricos. En las primeras etapas no hay irritación
peritoneal; muchas veces la única anomalía es el dolor a la palpación profunda.
El peristaltismo puede ser normal o hiperactivo. El espasmo y la distensión son
manifestaciones tardías que sólo aparecen después de producirse gangrena del
intestino con peritonitis.
El curso de la enfermedad
depende de la extensión y localización de la oclusión. Una oclusión del tronco
venoso principal hace que el paciente sufra hemorragia masiva en el mesenterio,
con choque y colapso rápidos. Las oclusiones de grandes arterias también se
acompaña de choque considerable. Sin embargo, con oclusiones arteriales o
venosas lo más frecuente es que el paciente sufra dolor abdominal intenso y
persistente, rebelde a las medidas generalmente empleadas para aliviarlo, y con
muy pocas anomalías perceptibles por examen abdominal. Un aumento progresivo de
la frecuencia del pulso y de la leucocitosis guían mejor que los signos
abdominales para sospechar la verdad del proceso. Finalmente aparecen los
signos de peritonitis.
Rotura de un Aneurisma
Abdominal
Un aneurisma es una
dilatación circunscrita a las paredes de una estructura vascular, generalmente
arterial o miocardica lesionada.
La rotura ocurre hacia el
espacio retroperitoneal, pero a menudo hay hemorragia hacia la cavidad
peritoneal o rara vez hacia una víscera o a la vena cava. Los signos son los de
un trastorno abdominal grave con dolor agudísimo y choque. La irritación
peritoneal puede ser mínima. Una masa pulsátil hacia el flanco y abdomen
inferior, junto con signos de choque y hemorragia, establecen el diagnóstico.
En contraste con el aneurisma disecante, los pulsos, por regla, no están
obliterados y sólo desaparecen como manifestación del choque profundo.
El pronóstico, incluso
con intervención quirúrgica, es grave, siendo de gran importancia reconocer la
lesión antes de la rotura.
Obstrucción simple del
intestino delgado
Los signos físicos
dependen de la causa y de la localización del proceso. En la obstrucción simple
aguda que se inicia en el intestino delgado y que depende de una brida o de una
hernia interna, el dato más digno de confianza es el tipo característico de
ruido peristáltico. La inspección demostrará que el paciente sufre crisis
intermitentes de cólicos, entre las cuales se siente perfectamente bien. A
veces puede observarse una onda peristáltica si la pared abdominal es delgada y
fláccida. Muy pronto la auscultación revelará el peristaltismo rítmico clásico
que va aumentando a medida que el paciente sufre el cólico. Cuando el dolor
cede, el peristaltismo también desaparece.
Entre las crisis de
dolor, el abdomen está silencioso o sólo se perciben unos pocos ruidos de
peristaltismo normal. La palpación puede descubrir dolor a nivel del asa
intestinal afectada, signo importante pero no obligado. El asa intestinal
afectada puede estar tan bien protegida de la mano que palpa, que al comienzo
de la enfermedad resulte imposible despertar dolor neto. En esta etapa inicial
una radiografía simple del abdomen suelen demostrar una asa de intestino
delgado dilatada.
En todos los pacientes con
obstrucción intestinal hay que examinar una y otra vez con cuidado las zonas de
posibles hernias.
Obstrucción del Colon
La obstrucción del colon
suele depender de carcinoma, diverticulitis, invaginación o vólvulo.
Invaginación
Suele producirse en niños,
pero se observa también en adultos, sobre todo en casos de tumor benigno que da
lugar a la investigación. Los signos físicos varían hasta cierto grado según la
etapa de la enfermedad. El dolor casi siempre es intenso, pero no continuo.
Entre las crisis dolorosas el paciente se acuesta y queda inmóvil con las
rodillas flexionadas. Suele haber cierta tendencia a síncope y colapso,
especialmente si el dolor es muy intenso y agotador. A veces pueden observarse
ondas peristálticas.
Un dato físico notable,
que suele permitir el diagnóstico seguro, es la presencia de una masa abdominal
en forma de salchicha. Se encuentra a cualquier nivel a lo largo del colon,
según la fase de la enfermedad. Siempre se percibirá si se han eliminado heces
sanguinolentos por el recto; puede resultar difícil de demostrar si se halla
debajo de un hipocondrio, a nivel de una flexura cólica. Con frecuencia la
palpación cuidadosa del cuadrante inferior derecho del abdomen permite
confirmar la sospecha; parecerá vacío por ausencia de ciego y colon ascendente.
En etapas más avanzadas la punta de la invaginación puede resultar palpable en
el recto. Es clásica la combinación de dolor abdominal cólico, eliminación de
sangre por el recto y percepción de una masa en forma de salchicha dentro del
abdomen.
Peritonitis
Inflamación del peritoneo
producidas por bacterias o sustancias irritantes, que se introducen en la
cavidad abdominal por una herida penetrante o por la perforación de un órgano
digestivo o reproductor.
La peritonitis difusa aguda
se manifiesta por signos tan importantes que procede describirlos como una
entidad nosológica.
El paciente se ve grave y
ansioso. El observador perspicaz descubrirá palidez facial y un ligero
movimiento de las alas de la nariz, incluso en las primeras etapas del proceso.
El pulso suele ser frecuente, casi siempre por encima de 100, lleno y saltón.
En la peritonitis avanzada se vuelve débil, rápido y filiforme. Sin embargo, se
ven excepciones, y no hay que dejarse engañar por un pulso lento. En el paciente
de constitución fuerte quizá no esté perturbado el sistema circulatorio por la
infección y la pérdida de plasma a la cavidad peritoneal, que produciría choque
en una persona asténica y delgada.
El paciente peritonítico
está acostado, inmóvil, de preferencia en decúbito lateral, con los muslos
ligeramente flexionados para relajar la musculatura abdominal. Cualquier
movimiento resulta doloroso. Esta postura es la opuesta de la que se observa en
pacientes con cólicos abdominales, quienes no pueden permanecer quietos durante
las crisis de dolor.
La observación del
abdomen tiene gran importancia. Muy pronto se vuelve escafoideo y retraído,
sobre todo nivel del epigastrio. Este aspecto depende del espasmo de los
músculos rectos y de la limitación de movimientos del diafragma. El abdomen no
presenta los movimientos respiratorios normales; parece lleno, con ligera
prominencia del ombligo a medida que aparece la distensión; cuando es intensa
es rara y debe considerarse signo muy tardío o demostración de una intestinal
asociado.
Palpación
El grado de rigidez
muscular varía. Si la pared anterior de la cavidad peritoneal está incluida en
un proceso inflamatorio generalizado, la rigidez será de madera, sin ceder para
nada a la presión intensa. Esto ocurre incluso cuando el paciente respira
profundamente con la boca abierta. También puede observarse en la apendicitis
obstructiva con gangrena y perforación precores. La rigidez no es signo precoz
ni notable en la peritonitis que acompaña a la pancreatitis aguda, aguda, ya
que el proceso inflamatorio se origina en zonas profundas del abdomen, y el
epiplón puede proteger la pared abdominal anterior del líquido peritoneal
extravasado. En personas avanzada o debilitadas, incluso en presencia de una
perforación libre, puede ocurrir con alguna frecuencia que no haya rigidez
muscular intensa, simplemente a causa del poco tono muscular.
El dolor en todo el
abdomen, con dolor de rebote referido al punto donde se ejerce la presión, es
característico de la peritonitis difusa o generalizada. El dolor por la tos no
está netamente localizado, sino que tiende a referirse de manera imprecisa al
centro del vientre; investigar este signo puede causar gran molestia. Después
de administrar un sedente, y nuevamente después del periodo de inducción
anestésica, hay que repetir la palpación del abdomen, con diagnóstico o sin él.
Percusión
Siempre será cuidadosa y
delicada, pues quizá permita limitar una masa imposible de palpar a
consecuencia del dolor y el espasmo. La percusión de la zona de macicez
hepática puede indicar la presencia de aire libre en la cavidad peritoneal.
Auscultación
El abdomen se vuelve
rápidamente silencioso.
Abdomen quirúrgico
El examen del abdomen
operado se compara en varios aspectos con el examen del vientre agudo. El
descubrimiento de complicaciones y el cuidado del paciente dependen de una
buena interpretación del dolor, la tensión, el espasmo, el peristaltismo, la
distensión y los cambios de temperatura, pulso y respiración. También hay
algunas complicaciones más o menos peculiares de traumatismos quirúrgicos, como
retención urinaria, distensión posoperatoria, hemorragia y dilatación gástrica
aguda.
Signos de peligro después
de una intervención abdominal de cirugía mayor
Los signos de peligro en
este caso son dolor persistente, pulso rápida, respiraciones frecuentes y
disnea en ausencia de complicación pulmonar, distensión precoz y abdomen
silencioso por auscultación. La presencia de cualquiera de estos signos
requiere apreciación cuidadosa de la situación.
Hay un hecho que debe
tenerse muy presente: el empleo liberal de antibióticos hace excepcionalmente
difícil valorar el estado posoperatorio del abdomen.
Retención de orina
Es parte esencial del
tratamiento posoperatorio determinar si el paciente ha orinado o no después de
la intervención. Si no ha orinado en plazo de seis a ocho horas hay que buscar
los signos físicos de distensión vesical. Con frecuencia el diagnóstico se
establece fácilmente porque el paciente tiene deseo doloroso de orinar pero no
puede lograrlo. La palpación y la percusión de la parte baja del abdomen
descubrirán una masa dolorosa ovalada y la vejiga excesivamente distendida. Sin
embrago, el cuadro no siempre es tan neto. Con cierta frecuencia la vejiga se
distiende tan lentamente que el paciente sufre poca o ninguna molestia, y el
único signo de retención urinaria es el gran volumen vesical. En pacientes
obsesos quizá resulte difícil descubrir los signos de la vejiga distendida. Una
presión ligera efectuada inmediatamente por encima de la sínfisis pubiana suele
aumentar el dolor y hacer evidente so carácter, pero quizá resulte necesario
emplear la sonda para comprobar o excluir la presencia de un vejiga distendida.
Distensión Posoperatoria
Muchas operaciones
abdominales van seguidas de un tipo particular de íleo funcional. Se
caracteriza por distensión abdominal y dolores en calambre que el paciente
considera “producidos por gas”. Aparecen después de 36 horas, o más de la
operación, y en la mayor parte de casos ceden rápidamente tan pronto como el
paciente empieza a eliminar gasas por el recto.
Dilatación Gástrica Aguda
La dilatación aguda del
estómago puede ser complicación de la distención posoperatorio o de la
peritonitis. En sus formas más ligeras puede ser consecuencia de una deglución
excesiva de aire y de tomar líquidos antes que se haya restablecido la
actividad normal del intestino. A veces alcanza proporciones extremas, al punto
de dificultar la respiración. El hipo es síntoma frecuente. El paciente puede
vomitar, pero generalmente regurgita una y otra vez pequeñas cantidades de
líquido pardo obscuro.
La dilatación gástrica
aguda puede ser signo de peritonitis.
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